AÚN PUEDO HIJOS...
Llévame a la calle, hijo, que aún tengo buenas piernas; a caminar sin rumbo fijo contigo no me sentiré vieja...
Invítame a tu casa, hijo, el Domingo en la mañana; a compartir tu buena mesa y sentirme acompañada...
Háblame con cariño, hijo, no me retes ni te alteres; los viejos somos como niños nos gusta que nos mimen, nos sonrían sin desaire...
Festeja mis ocurrencias, no critiques mis locuras; trataré de ser valiente aunque surjan amarguras...
No me alejes de tu lado, no me hables con regaño; tengo aún mi mente clara, los recuerdos son de antaño...
Ven a verme a casa, hijo, yo no te pediré nada; solamente tu presencia y contemplar tu cara...
No me dejes triste y sola, no me metas a la cama; los doctores se equivocan, el dolor esta en el alma....
Tomado de la web
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Y si, la vida los absorbe, de tal manera que es difícil que nos tengan en sus mentes, pues la cotidianidad y el trabajo copa la vida. El tema es que lleguemos a viejos con la capacidad de sostenernos hasta donde podamos.
Reencuadrando el escrito, yo diría: quédense tranquilos, aún tengo buenas piernas y salgo sola a conocer mi entorno, no necesito que me invites a almorzar en domingo, he aprendido a estar sola durante estos últimos 3 años, y si me molesta un poco cuando me das ordenes como si fuera una niña, sigo trabajando y puedo sostenerme hasta cierto punto, gracias por apoyarme cuando lo necesito.Zhair Marrero S.
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