martes, 23 de diciembre de 2014

EDUCAR EN EL TERCER MILENIO. Antonio Pérez Esclarín

EDUCAR EN EL TERCER MILENIO
Antonio Pérez Esclarín
Centro de Formación P. Joaquín
Fe y Alegría-Venezuela
Marzo de 2001

Quisiera enmarcar mis reflexiones sobre la Educación en el nuevo milenio, en el contexto general que estamos viviendo, tanto a nivel mundial como a nivel de Venezuela, para ver si desde allí ponemos bases sólidas para avanzar con pasos firmes hacia el horizonte de esa educación y ese país transformados que, estoy seguro, late en lo mejor de nuestros esfuerzos y nuestros sueños.

Y hablando de horizonte, permítanme que les recuerde la historia que nos cuenta Eduardo Galeano de aquel hombre y aquella mujer que, fascinados por el deslumbrante paisaje de colorido y luz que veían brotar ante sus ojos, se pusieron a caminar en busca del horizonte.

Andaban y andaban y, a medida que avanzaban, el horizonte se alejaba de ellos. Decidieron apresurar sus pasos, no detenerse ni un momento, desoir los gritos del cansancio, el hambre, la sed.... Inútil, por mucho que aceleraron la marcha y multiplicaron sus esfuerzos, el horizonte seguía igualmente lejano, inalcanzable. Cansados y decepcionados, con los pies destrozados de tanto andar y ante el vértigo de la sensación de haberse fatigado inútilmente, se dijeron derrotados: “¿Para qué nos sirve el horizonte, si nunca vamos a alcanzarlo?” Entonces, escucharon una voz que les decía: “Para que sigan caminando”.

En educación, como en la vida, no hay camino hecho, se hace camino al andar. Algunos piensan que el camino ya está hecho y se lanzan a recorrerlo rutinariamente: programas, clases, evaluaciones, notas... Se suceden los cursos y los años siempre iguales. La rutina crea la ilusión de que se camina, pero es un movimiento que, si bien se presenta como fácil, nos va alejando de la meta porque nos va desalmando, nos va agusanando el corazón, nos hace perder el entusiasmo, lleva a convencernos de que no existe el horizonte. Otros hablan de la necesidad de buscar nuevos caminos, de que ya no sirven los viejos, pero se quedan instalados en sus seguridades, hablando del camino, en lugar de ponerse a recorrerlo, o confundiéndolo con las superautopistas que nos brindan las nuevas tecnologías. Muchos cambian sus palabras, asimilan el discurso de los cambios, pero siguen enquistados en las viejas prácticas, rituales y rutinas que los llevan en dirección opuesta a la que dicen quieren ir o están yendo.

Otros lo confunden con el mapa: gastan todas sus energías en elaborar un maravilloso proyecto educativo en el que plantean a dónde quieren ir, cómo van a ir, pero el proyecto queda allí, en el papel, no pone a caminar la escuela en un movimiento innovador, consciente y reflexivo, no desrutiniza las prácticas, no genera participación, entusiasmo, cooperación.

Otros, como Fukuyama, afirman con un cinismo sorprendente el final de la historia, es decir, que ya hemos llegado al horizonte. Por ello, debemos renunciar a todo tipo de acción y reflexión que signifique pensar en transformaciones profundas en las sociedades. Esto ha traído consigo un reacomodo individual a las posibilidades que se dan a nivel personal, acompañado de una renuncia a toda posibilidad de construcción colectiva. Muchos sueños y esperanzas se han transformado en un conjunto de lógicas pragmáticas y de sobrevivencia inmediata. Frente a esta antiutopía, los educadores defendemos la vocación histórica de cada hombre y cada mujer como artífices de futuro, reivindicamos la capacidad humana de soñar que es posible un mundo mejor que va a permitir el que nos entreguemos a su construcción.

Aceptar el sueño de un mundo mejor y adherirse a él es aceptar participar en el proceso de su creación. Perder la capacidad de soñar y de sorprenderse es perder el derecho a actuar como ciudadanos, como autores y actores de los cambios necesarios a nivel político, social y económico.
Tan negativo es no tener horizonte como pensar que hemos llegado a él. La autocomplacencia impide avanzar. El único modo de conseguir el horizonte es seguirlo buscando, porque la meta no está al final del camino, sino que consiste precisamente en seguir caminando y buscando siempre, en no claudicar, en administrar la esperanza y seguir fieles en la b úsqueda de una educación siempre renovada. Esto exige vivir en estado de éxodo. Cada día exige sus rupturas con prácticas acomodadas, rutinas, hábitos...Abrir caminos conlleva siempre la aventura y el riesgo de equivocación y de pérdida, pero son aventuras y riesgos de aprendizaje creativo y emancipador. El que cambia, puede equivocarse; el que no cambia, vive equivocado. Existir es cambiar. Cerrarse al cambio es darle la espalda a la vida. En el momento en que dejas de buscar el cambio, es que te han cambiado a ti.

Pero ese caminar haciendo camino sólo será consistente y tendrá sentido duradero si es al mismo tiempo un caminar al encuentro de sí mismo, a la reconstrucción permanente de la vocación de genuino educador, si, a pesar de las dificultades y obstáculos propios de ese camino por parajes sembrados de riesgos y peligros, se va experimentando y viviendo como una invitación a la plenitud, a la realización personal. El camino educativo que se hace al andar es al mismo tiempo el camino que va llenando la vida de sentido y de ilusión.

 “No había fiesta en el llano ni baile de joropo sin el arpa mágica del maestro Figueredo. Sus dedos acariciaban las cuerdas y se prendía la alegría y brotaba incontenible el ancho río de su música prodigiosa. Se la pasaba de pueblo en pueblo, anunciando y posibilitando la fiesta. El, sus mulas y su arpa, por los infinitos caminos del llano. Sobre una mula él, sobre la otra el arpa, cubierta con un hule negro para soportar los interminables chaparrones del invierno llanero en que, como describe magistralmente el poeta Lazo Martí, “el llano es una ola que ha caído, el cielo es una ola que no cae”, y para aguantar en verano el fuego de ese sol infinito que raja hasta las piedras. Una noche, tenía que cruzar un morichal espeso y allí lo esperaron los bandidos. Lo asaltaron, lo golpearon salvajemente hasta dejarlo por muerto y se llevaron las mulas y se llevaron el arpa. A la mañana siguiente, pasaron por allí unos arrieros y encontraron al maestro Figueredo cubierto de moretones y de sangre. Estaba vivo, pero en muy mal estado. Casi no podía hablar. Ante la insistencia de los arrieros que le preguntaban qué había pasado, hizo un increíble esfuerzo y logró balbucear con unos labios entumecidos e hinchados: “Me robaron las mulas”. Volvió a hundirse en un silencio que dolía y, tras una larga pausa, consiguió empujar hacia sus labios destrozados una nueva queja: “Me robaron el arpa”. Al rato, y cuando parecía que ya no iba a decir nada más, el maestro Figueredo se echó a reír. 

Era una risa profunda y fresca que, inexplicablemente, salía de ese rostro desollado. Y en medio de la risa, el maestro Figueredo logró decir: “¡Pero no me robaron la música!”

No permitamos que nos roben la música, la esperanza, los sueños, la ilusión. Ponemos alarmas para que no nos roben el carro, enrejamos puertas y ventanas para que no nos roben el equipo de sonido, el televisor..., pero no nos protegemos de los que nos roban la ilusión. Si no tenemos ilusión,  estamos muertos como educadores.

Hoy más que nunca, y precisamente porque miles de millones de personas en el mundo son sacados o “excluidos” de la posibilidad de una vida digna, la ilusión, la esperanza y la utopía , como dice Frei Beto, “no sólo tienen futuro, sino que se tornan necesarias y urgentes. Pero no se encontrarán en ningún estante de supermercado. Surgirán en la medida en que los empobrecidos se vuelvan artífices de cambios hacia un futuro mejor...No hay pues, fin de la historia, Fukuyama, cuando se descubre la propia historia personal como parte de un proceso colectivo, y cuando se adquiere la conciencia de los derechos humanos, civiles, políticos, sociales y religiosos. En algún sitio leí de aquel cura que se quejaba de que muchos se confesaban de haber tenido malos sueños, pero nadie se confesaba del pecado mucho más grave de no soñar. No permitamos que nos roben el derecho a soñar, que es el más importante de todos. Sin él, no tienen sentido los demás. Sería terrible si no pudiéramos imaginar una educación y un mundo diferente, soñar con él como proyecto y entregarnos con esperanza y alegría a su construcción.

Opongamos nuestra capacidad de soñar al antisueño de los pragmáticos. Recordemos a Facundo Cabral: “Si dejamos morir nuestros sueños seremos pobres, si los cuidamos y ponemos en práctica, seremos ricos”.

El momento venezolano y el contexto mundial Venezuela se enfrenta en los actuales momentos a un triple reto: profundizar y llenar de sentido la actual democracia, mero cascarón hueco, sin contenido, de modo que todos los venezolanos nos constituyamos en sujetos de vida y de ciudadanía y el cumplimiento de nuestros deberes y nuestros derechos regulen nuestras relaciones; el segundo gran reto es cambiar el modelo rentista por un modelo productivo que asuma el trabajo como medio esencial de realización personal y garantice a toda la población bienes y servicios de calidad.

Venezuela es un país pobre (necesitamos quitarnos de nuestras cabezas que somos ricos.

¿Cómo vamos a considerarnos ricos con el 85% de venezolanos en pobreza, con el 16% de desempleo y casi el 50% en la economía informal, con los hospitales sin siquiera inyectadoras, escuelas destrozadas, y prácticamente todos los servicios colapsados?) Venezuela es un país potencialmente rico que requiere, para ser realmente rico, del esfuerzo y el trabajo de todos. Detrás de cada milagro económico, llámese milagro alemán, japonés, español, está un pueblo que ha creído en sí mismo y ha asumido su propia superación mediante el trabajo. El tercer reto que debemos enfrentar los venezolanos es lograr un desarrollo con justicia y equidad, es decir, sin excluidos ni perdedores, sin desechables, un desarrollo que alcance a todos. Las soluciones macroeconómicas no pueden sustentarse sobre la generación de la macropobreza.

A pesar de las contradicciones inevitables del proceso que estamos viviendo, una cosa es evidente: Venezuela no ha renunciado a la esperanza y sigue soñando y esperando en constituirse en una nación donde todos podamos vivir con dignidad.  

Enfrentar los retos señalados va a exigir múltiples respuestas de orden político, económico y social, pero también respuestas educativas. Si bien es cierto que sola la educación no es suficiente para sacar al país de la crisis, es igualmente cierto que no saldremos de ella sin el aporte de una educación renovada, de calidad, que alcance a toda la población venezolana, la retenga en el sistema (hay que combatir la exclusión social y la exclusión propia de la escuela.

Los que nacen con la amenaza de la desadaptación social no pueden convertirse en la escuela en desadaptados escolares), y forme su mente, sus manos y su corazón. La educación por sí sola no construye nación, pero sin ella no es posible la nación. La educación sola no puede producir los cambios necesarios, pero sin ella no es posible el cambio. Es por ello urgente que los educadores asumamos el protagonismo que nos están exigiendo los tiempos actuales, sacudamos nuestras inercias, rutinas y pesimismo, y nos aboquemos a gestar un proyecto educativo de genuina calidad para todos.

La gestación de ese proyecto no puede perder de vista el contexto en el que estamos viviendo en este cruce de siglos y milenios. Vivimos bajo el signo de la globalización. La globalización es una metáfora que expresa la ruptura de lo local y la mundialización de todas las esferas de la actividad humana. Hoy todos somos corresponsables e interdependientes y es imposible el aislamiento y la verdadera autonomía. Todo lo que sucede en cualquier rincón del planeta de algún modo nos atañe. Nos hemos convertido en ciudadanos del mundo, sin dejar de ser hijos de la aldea. El mismo día se ven las mismas noticias y los mismos videoclips en todos los rincones del mundo, se exhiben los mismos ídolos del deporte, la música o la moda, se consumen las mismas hamburguesas y refrescos, se nos induce a comprar determinados jeans o a distinguirnos con cierta tarjeta de crédito. El mundo se ha cocalizado, se ha macdonalizado, se ha convertido, en breve, en una aldea global donde todos nos conocemos, pensamos de un modo semejante y aspiramos a lo mismo.

Como planteara el P. General de los Jesuítas, Peter Hans Kolvenbach (“Los desafíos de la educación cristiana a las puertas del tercer milenio”, Arequipa, Perú, 1998, mimeo), “la globalización como tal no implica una connotación negativa; más bien ofrece inmensas posibilidades para el desarrollo de la humanidad. Pero cuando no se respetan los valores más fundamentales de la persona humana –como ocurre en el campo económico con la absolutización del libre mercado-, la globalización resulta verdaderamente nefasta”.

Los éxitos de los ajustes macroeconómicos se traducen de hecho, en crecientes desajustes en los presupuestos cada vez más micros de las mayorías. El mundo de este final de siglo funciona para unos pocos y contra muchos. Con la globalización de la economía hay unos ganadores, los ricos, y unos perdedores claros, los pobres. Y eso lo dice la ONU. Esto ocurre a nivel mundial entre países y a nivel de personas dentro de cada país. Para captar la ilusión que se esconde tras la globalización, el informe del Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) usa esta metáfora: la globalización es una marea de riquezas que supuestamente levanta a todos los barcos; los trasatlánticos y yates poderosos navegan bien, los barcos pequeños hacen agua, las canoas y barquitos se hunden. Y es que si bien la globalización es inclusiva como mercado, es decir, el consumo, la información, los productos para el ocio y la diversión..., se expanden sin fronteras y tiende a llegar a todos los rincones del mundo, es excluyente, de todos aquellos, que son la mayoría, que no tienen capacidad de adquirir esos bienes que la publicidad vocea y ofrece a manos llenas, y que incluso tienen negado el acceso a los bienes y servicios fundamentales.

Asomémonos a algunos datos escalofriantes de las desigualdades, pobreza, muerte y destrucción en el mundo:
-Los 225 personajes más ricos del mundo acumulan una riqueza equivalente a la que tienen los 2.500 millones de habitantes más pobres, es decir, el 47% de la población mundial. El PIB (Producto Interno Bruto) de China, con 1.300 millones de habitantes, es superado por el dinero de 84 de esos supermillonarios. Los tres personajes más ricos del mundo tienen activos que superan el PIB combinado de los 48 países menos adelantados. 

-El 20% de la población mundial acapara el 86% de todos los recursos de la tierra, lo que demuestra la imposibilidad de que toda la humanidad alcance los niveles de desarrollo de la minoría privilegiada. Las matemáticas nos demuestran que, para alcanzar todos los habitantes del planeta el desarrollo de ese 20% privilegiado, se necesitarían los recursos de más de cuatro planetas tierra. El que unos pocos puedan disfrutar del consumo más desenfrenado es a costa de las necesidades insatisfechas de las grandes mayorías. Si toda la humanidad tuviera acceso de repente a los niveles de consumo de los países del Norte, el mundo colapsaría. Sólo con que todo el mundo tuviera el mismo promedio de carros y neveras que tienen los norteamericanos, el aire del mundo se tornaría irrespirable.

-El 25% de la población total del mundo, es decir, 1.442 millones de personas, viven en la más atroz de las miserias y no ganan ni siquiera el equivalente a un dólar diario para vivir (unos 23.000 bolívares al mes).

-En un mundo intercomunicado por el internet, redes satelitales y superautopistas de la información, hay todavía mil millones de personas analfabetas absolutas, de las cuales 600 millones son mujeres. La pobreza tiene rostro eminentemente femenino: el 70% de las personas que viven en situación de extrema pobreza son mujeres. A pesar de que las mujeres trabajan hasta diez horas más a la semana que los hombres, sus salarios son un 50% y un 80% más bajos. Las mujeres que trabajan, tienen que enfrentar además, en su mayoría, el trabajo extra y extenuante del hogar y de los hijos.

-Mil millones de personas viven sin agua potable. 800 millones sufren desnutrición crónica, 200 millones de niños menores de cinco años están desnutridos y 11 millones de niños mueren al año de hambre.

-Millones de niños deambulan sin dignidad por las calles, solos, sin familia, sin afecto, durmiendo sobre periódicos debajo de puentes o en las entradas de edificios, inhalando pega para evadirse de su terrible situación, y caen día a día en las garras de la prostitución, la delincuencia, la pornografía, el tráfico de drogas y otras actividades ilícitas, o son víctimas de los escuadrones de la muerte o de las mafias que los usan como mendigos o les extraen los riñones o pulmones para venderlos en el mercado de transplantes.

Pobreza e insensibilidad humana

Si graves son los datos a los que nos acabamos de asomar, tal vez sea todavía más grave la creciente insensibilidad ante la pobreza. La pobreza y la miseria, la muerte por hambre, los niños de la calle, es un paisaje cotidiano al que nos estamos acostumbrando y ya no nos causa ni desconcierto ni indignación. La igualdad ya no es un ideal al que tender, pues la desigualdad se considera motor de avance, de superación, de cambio. En consecuencia, la pobreza ya no se liga como hace unos años a algún tipo de injusticia sino que se considera únicamente responsabilidad de los pobres. Ellos son los responsables de su pobreza. Si hay pobres es porque son flojos, vagos, irresponsables, ineficientes... 

En consecuencia, los pobres son percibidos cada vez más como enemigos y amenazas o, como ya denunciara su Santidad, el papa Juan Pablo II en su encíclica Centessimus Annus, “como un fardo o como molestos e inoportunos, ávidos de consumir lo que otros han producido”. De ahí que la delincuencia ya no es considerada como consecuencia de las políticas económicas y sociales, sino como causa del malestar social, con lo que se adelantan cada vez planes más costosos para reprimirla y acabar con ella (es decir, con los delincuentes. El mismo sistema que genera la pobreza quiere acabar con los pobres), en vez de atacar las causas que la originan. Se gastan cifras cada vez más desorbitantes en policías y equipos, en cárceles, pero no hay dinero para educación, deporte, creación de fuentes de trabajo, capacitación juvenil, medios mucho más eficaces para combatir la delincuencia. Que cada uno proteja lo mejor que pueda los bienes adquiridos con su esfuerzo y su talento que están seriamente amenazados por la envidia de los miserables.

De ahí la proliferación de armas, alcabalas, sistemas de seguridad cada vez más sofisticados y vigilantes privados en las urbanizaciones exclusivas. Encerrados en cárceles doradas, la gente pide cárceles inmundas para los ladrones y delincuentes. La cultura de la insensibilidad es también la cultura del multilock y las alarmas, sobre la que van germinando brotes cada vez más vigorosos de nuevos facismos que no vacilan en pedir pena de muerte para los malandros, como piden las pintas en las paredes de muchas ciudades.

Sin embargo, si los seres humanos fuésemos capaces de ver los rostros de nuestros semejantes con ojos misericordiosos y recobráramos nuestra sensibilidad, la pobreza sería fácilmente derrotada. Así como un día fue derrotada la esclavitud, hoy puede ser derrotada la pobreza. Sólo hace falta voluntad y decisión. Esto supone, en primer lugar, superar una serie de mitos bloqueadores, como el de que en todas partes hay pobres, o el de que, como señala Bernardo Kliksberg, (“¿Se puede superar la pobreza”, El Universal, Lunes 1 de Febrero de 1999, 2-7)

“hay que tener paciencia y esperar. Haciendo todos los esfuerzos para elevar la tasa de crecimiento económico, el mismo se derramará, y la pobreza desaparecerá. La realidad funciona distinta según numerosos estudios. Es absolutamente deseable y necesario que haya crecimiento económico, pero el mismo no se derrama solo. En muchos casos recientes, no ha llegado a los pobres casi nada de él. Un factor fundamental es el grado de inequidad reinante en una sociedad. Si es muy alto, el crecimiento no baja a los pobres. América Latina, desafortunadamente, es considerada la zona más desigual del planeta, con la mayor polarización en la distribución del ingreso. Aquí es difícil que el crecimiento se derrame solo. La espera y la paciencia no ayudarán”.

Junto a la superación de estos y otros mitos semejantes que sólo contribuyen a dejar las cosas como están e impiden emprender campañas atrevidas, es urgente que todos nos aboquemos a  combatir la pobreza, como la enfermedad más grave y vergonzosa de este fin de milenio. Esto va a suponer unas políticas vigorosas en salud, educación, vivienda y trabajo, lo que exige una fuerte intervención del Estado, que debe garantizar a todos los derechos fundamentales de comida, salud, vivienda y educación. Es lamentable que la mayoría de los gobiernos de los países en desarrollo gasten más en dotación de sus Fuerzas Armadas y en el servicio de la Deuda Externa (y eterna, pagada y repagada y siempre igual. La mayor exportación hacia el Norte de los países del Sur es de capital) que en salud y educación. La lucha contra la pobreza, la enfermedad, el analfabetismo y el desempleo no pueden dejarse en manos del mercado. Los Estados deben entender que la inversión en capital humano es la inversión más rentable, la única eficaz para acabar con la pobreza y alcanzar un desarrollo sustentable.

Para los escépticos que siguen pensando que acabar con la pobreza es imposible, les ofrecemos los siguientes datos: Hemos entrado al siglo XXI con cerca de 36 mil cabezas nucleares y gastos militares mundiales que se estiman aproximadamente en 780 millardos de dólares anuales. Según el Programa de Desarrollo de la ONU, la inversión de menos del 10% de esa suma sería suficiente para alcanzar el acceso universal a la educación, el agua potable, los servicios de saneamiento y de salud, así como la nutrición, en todos los países en desarrollo (Jayantha Dhanapala, “El desarrollo sostenible pasa por el desarme”. El Nacional, A/6, Febrero 8, 1999). A su vez, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo de 1998, nos ofrece los siguientes datos: proveer servicios de salud pública y nutrición a los 4.400 millones de personas que viven en países en desarrollo, costaría 13.000 millones de dólares anuales. Actualmente, se gastan 17.000 millones de dólares anuales en alimentos para perros en Europa y Estados Unidos; 35.000 millones anuales en la industria del entretenimiento en Japón, y 50.000 millones anuales en cigarrillos en Europa”. En la primera noche de bombardeos a Yugoeslavia se calcula que se gastó más que todo lo recaudado para ayudar a las víctimas del huracán Mitch en Centroamérica. ¿Es imbatible la pobreza en el mundo o no hay voluntad para hacerlo?

Formar sujetos autónomos y ciudadanos responsables: reto de la escuela del tercer milenio

En un mundo que nos invita al individualismo y al teleconsumo como modo de lograr la identidad y realización plenas (“consumo, luego existo”), que canibaliza nuestras relaciones e impone el darwinismo social (la sobrevivencia de los más fuertes y de los que son capaces de adaptarse a los cambios) y moral (los pobres son culpables), que pretende degradar a los ciudadanos a meros consumidores y clientes, la finalidad de la educación debe ser la emergencia y el fortalecimiento del sujeto, lo que supone la defensa de la libertad personal y el desarrollo de la comunidad. Como hemos repetido con insistencia, la formación de la persona y del ciudadano debe ser el objetivo fundamental de toda genuina educación. En Venezuela, y en el mundo en general, hay muchos habitantes pero muy pocos sujetos autónomos, capaces de darle sentido a su vida, muy pocas personas que se atreven a agarrar la vida en sus propias manos y la viven a plenitud, sin ser vividos por los demás (mercado, modas, costumbres, objetos, rutina, dinero, dirigentes...). 

La mayoría gastan su existencia en las orillas de la vida, chapoteando en el barro de la trivialidad y superficialidad, incapaces de construirse como  sujetos, de darle un sentido propio y personal a su vida. Viven, en definitiva, la vida como actuación. No son autores de su proyecto vital, sino meros actores de un guión que escribieron los sacerdotes principales del dios mercado. Ellos determinan cómo debemos vestir, sentir, hablar, reír, comer, hacer el amor; qué carro debemos manejar, con qué celular debemos hablar, qué tarjeta de crédito poseer. Bajo la ilusión de que vivimos plenamente la vida, somos, en definitiva, vividos por los demás. La libertad se viene entendiendo cada vez más como la capacidad de responder a las sugerencias y orientaciones del mercado, y a la satisfacción del instinto continuamente estimulado por él. Ya no se trata, en consecuencia, de hacer lo que uno piensa o quiere, sino responder a los pensamientos y decisiones de los demás, o a las exigencias del instinto. La libertad se convierte en su opuesto: la total dependencia, la esclavitud al mercado o al instinto, la vivencia de un hedonismo que se refleja, en palabras de D. Bell, en “la idea de placer como modo de vida” y la “satisfacción del impulso como modo de conducta”. En este sentido, los animales, que actúan siempre en respuesta a sus instintos, se convertirían en el ideal de esta especie de libertad atrofiada.

La persona plenamente humana es aquella que consigue ser ella misma, que logra desarrollar sus potencialidades y realizar su misión en la vida. Sólo personas auténticas serán capaces de salir de sí mismas, comprometerse con causas nobles y hacerlo con libertad. Podrán ser genuinos ciudadanos capaces de vivir y vivir con, es decir, de convivir, y entregarse a la gestación de una cultura y una sociedad que garantice y promueva la vida plena de todos.

Si la educación se orienta a formar sujetos autónomos y ciudadanos responsables, tiene que proponer implícita y explícitamente valores como autenticidad, respeto, participación, responsabilidad, trabajo, justicia, cooperación, solidaridad, convivencia, libertad, amor, servicio... La promoción de estos valores con la palabra, el ejemplo y sobre todo la vivencia, busca que todos los miembros de la comunidad educativa se conviertan en hombres y mujeres responsables en la toma de decisiones personales, capaces de formarse juicios correctos ante la realidad tan compleja, respetuosos de los demás, dotados de una sana autoestima y bien posesionados de sus derechos y deberes sociales para el ejercicio de la auténtica democracia participativa y social.

Pero, como ya hemos insistido en muchas otras oportunidades, no se trata tanto de “impartir” o “proponer” valores, sino de sembrarlos en la práctica educativa de modo que se vivan en la cotidianidad. Los valores se aprenden fundamentalmente por la vivencia, no por la prédica o el discurso. De ahí la necesidad de ayudar al alumno a descubrir y potenciar sus valores personales, ayudarle a conocerse y comprenderse, pues sólo así podrá comprender a los demás y comprender el mundo que le rodea, en el contexto de una cultura y una sociedad que no se cansan de proponernos el individualismo, el egoísmo, el consumo y el tener, como los genuinos valores que realzan las personas y dan sentido a la existencia.

Clarificados los valores personales (y también los que se viven en el centro educativo y aparecen reflejados en el curriculum oculto mucho más que en los idearios y proclamas de los proyectos educativos), hay que construir colectivamente los valores que realmente estamos dispuestos a promover y estructurar en torno a ellos toda la dinámica educativa. Los centros escolares deben concebirse como espacios para practicar, vivir y desarrollar los valores que se consideran esenciales para el individuo y la colectividad. Las escuelas deben entenderse y asumirse como comunidades de vida, de participación democrática, de búsqueda intelectual, de diálogo y aprendizaje compartido, de discusión abierta sobre las tendencias socializadoras.

Comunidades educativas que rompan las absurdas barreras artificiales entre escuela y sociedad, en las que se aprende porque se vive, porque se participa, se construyen cooperativamente alternativas a los problemas individuales y sociales, se fomenta la iniciativa, se toleran las discrepancias, se integran las diferentes visiones y propuestas, se construye, en breve, la genuina democracia. Los alumnos aprenden democracia viviendo y construyendo realmente su comunidad democrática de aprendizaje y vida. De ahí que el modo de organización y comunicación, de ejercer la autoridad y el poder, la forma en que se tratan los diferentes miembros de la comunidad educativa, el respeto a la diversidad y las diferencias, la responsabilidad y compromiso con que cada uno asume sus tareas y obligaciones, la defensa de los derechos de los más débiles, la solidaridad y discriminación positiva que se practica en todos los recintos y tiempos escolares que privilegia a los menos favorecidos y estimula la pedagogía del éxito para todos, la manera como se enfrentan los conflictos y se resuelven los problemas, los modos de celebración, trabajo y producción, deben en cierta forma expresar el modo de vida y de organización de la sociedad que buscamos y queremos. Se trata, en definitiva, de transformar profundamente nuestras escuelas para que sean semillas y ya espejos de la nueva sociedad.

Esto no será posible si no nos reculturizamos y no pasamos progresiva y sostenidamente de la cultura del individualismo que tanto practicamos y fomentamos en los centros escolares a la cultura de la cooperación. Debemos combatir con decisión el aislamiento de los docentes (cada uno se considera en su aula dueño y señor, raramente se visitan en los salones, no planifican juntos, no se resuelven los problemas de uno entre todos, no se contrastan ni debaten las propuestas pedagógicas, no hay tiempos para la reflexión cooperativa...); el individualismo e insolidaridad de los alumnos que pronto aprenden que su éxito académico implica el fracaso de los otros; y el desinterés y desconexión educativa de los padres y representantes. La creación de culturas cooperativas entre directivos, maestros, profesores, alumnos y comunidad contribuye a aprovechar la experiencia de unos y otros, pone los recursos a disposición de todos, proporciona apoyo y estímulo y crea un clima de confianza en el que pueden manifestarse los problemas y errores y celebrarse los éxitos. La colaboración reúne los recursos necesarios para afrontar y superar problemas complejos e imprevistos y posibilita el éxito de todos. Los alumnos aprenden a compartir más que a competir.

 Y no olvidemos que reculturizar implica reestructurar. Reestructurar la escuela supone modificar tiempos y espacios, reglas y relaciones, funciones y responsabilidades, lo que implica promover la verdadera participación (no la falsa, la sumisa: padres que vienen cuando los llamamos y hacen lo que les pedimos, alumnos que estudian y obedecen, docentes que cumplen con su deber y nunca proponen nada) y estar dispuestos a redistribuir o democratizar el poder. En una verdadera comunidad democrática de aprendizaje, docentes, alumnos y comunidad han de estar real y activamente implicados en la elaboración y desarrollo de las decisiones más importantes. El hecho de trabajar juntos no es sólo una forma de establecer relaciones y de resolución colectiva de conflictos, sino que es también fuente de aprendizaje:  ayuda a reconocer problemas, a allanar dificultades, a responsabilizarse, a instar y afrontar el cambio, a contemplar los problemas como cuestiones a resolver y no como ocasiones para culpar a alguien, a valorar las voces diferentes e incluso las disidentes. Senge plantea que las organizaciones que aprenden son aquellas en las que las personas aprenden contínuamente y juntas a aprender. Se trata, en breve, de pasar de la organización del aprendizaje, al aprendizaje de la organización.

Aprender a aprender, a comprender (se) y emprender

No puedo terminar sin insistir , aunque por la brevedad del tiempo sólo será de pasada, en que la educación del tercer milenio, más que ofrecer información para memorizarla, debe provocar la habilidad de buscar la información necesaria, procesarla y transformarla en conocimiento. Debe enseñar, como hemos repetido en otras oportunidades a aprender, a comprender (sin comprensión no hay aprendizaje; la memorización y el caletre son los recursos del alumno cuando no entiende. Si le ponemos 20 a la lección caletreada estamos premiando su ignorancia), y a emprender, desarrollando la iniciativa, la creatividad, la curiosidad, el deseo de aprender.

De aquí la importancia de enseñar a leer, escribir y pensar. Si la escuela enseñara realmente a leer bien y desarrollara en los alumnos una verdadera afición por la lectura, cada vez más compleja y personal, habría logrado lo esencial. Si de nuestras aulas salieran alumnos lectores, a los que les gusta leer, que necesitan leer, les estaríamos abriendo la puerta a la sabiduría. De ahí que el reto de la escuela no es meramente alfabetizar a los alumnos, sino convertir a la población en lectora .Esto no será posible si los docentes no son lectores, si no sienten la necesidad y el placer de leer y de hacer de la lectura un instrumento de uso diario.

No es fácil llegar a ser un buen lector y uno nunca termina de serlo. Lector de textos y del contexto, capaz de escuchar e interpretar los gritos desgarradores de la realidad. Pasar de lector pasivo o consumidor de textos a lector crítico de ellos y de las intenciones de sus autores. Lector de los nuevos códigos de comunicación e información, de los lenguajes audiovisuales, para procesar, utilizar y desmitificar las múltiples informaciones que nos lanzan, el sentido y sinsentido de tantas propuestas educativas, políticas, económicas y sociales. En palabras de Daniel Goldin, “el buen lector es un proyecto que todo amante de la lectura aspira cumplir. No es fácil enfrentar la ardua tarea de llegar a la buena lectura cuando no hemos comprendido vivencialmente por qué es importante la lectura en nuestra vida. Pero tampoco podremos comprender por qué es importante si antes no sentimos con claridad que los otros tienen importancia en nuestra vida, aunque hagan nuestra existencia más difícil y compleja” (Aprender a leer hoy.Espacios para la lectura, N. 3, 1, 1998).

Si es difícil llegar a ser un buen lector, más difícil resulta todavía llegar a ser un buen escritor.
Aprender a escribir supone más que alguna otra cosa, aprender a pensar. La escritura implica un proceso de reflexión y comunicación, nos obliga a volver y meditar sobre nuestro propio pensamiento. Uno no termina de comprender una idea hasta que la escribe. “Si quieres saber lo que piensas, escríbelo”. Detrás de muchas resistencias a escribir, se ocultan las resistencias a pensar, y es triste constatar cómo con frecuencia los alumnos han pasado diez, quince o más años en el sistema educativo y muy pocas veces escribieron algo propio, ni se les enseñó a escribir realmente, a comunicar de un modo personal sus pensamientos. Se limitaron simplemente a copiar y transcribir en cientos de páginas las palabras y pensamientos de otros.

Y es que, como manifestara magistralmente el escritor Julio Ramón Ribeyro (Prosas apátridas. Tusquets, Barcelona, 1975), “Escribir, más que transmitir un conocimiento, es acceder a ese conocimiento. El acto de escribir nos permite aprehender una realidad que hasta el momento se nos presentaba en forma incompleta, velada, fugitiva o caótica. Muchas cosas las comprendemos sólo cuando las escribimos”.

Escribir es comunicar, derramarse en los demás para desatar procesos de creación, de ilusión, de esperanza. Como ha dicho Eduardo Galeano, uno escribe, pero el texto se realiza en el lector. Las palabras viajan dentro de él, le pertenecen. La escritura es una forma de buscar al otro, de pertenecerle, de darse, de entregar el alma. Supone la aventura de la incertidumbre. Es como arrojar botellas al agua con mensajes de amor, de esperanza, con la ilusión de que alguien las recogerá. De ahí que leer y escribir necesitan de un silencio y una escucha previos.

Sólo quien es capaz de escucharse, de escuchar el silencio, podrá decir y escribir palabras verdaderas. 

La voz del silencio se hace educativamente necesaria en un mundo aturdido por tanto ruido banal para avanzar hacia un diálogo profundo y humanizador.

Mi invitación es pues a escribir y a hacer de la sistematización, una sistematización socializada y confrontada, una herramienta privilegiada de nuestra formación permanente.

Invitación a comprometernos en una escritura cada vez más constante y personal. Para ello, en primer lugar, hay que enfrentar todas nuestras excusas y miedos: falta de tiempo, miedo a crear, miedo a responsabilizarse, miedo a enfrentar las propias deficiencias, miedo a sufrir pues, no lo olvidemos, uno siempre escribe con la propia sangre.
 Antonio Pérez Esclarín

 Maracay, marzo de 2001

Compartido por:
Zhair Marrero S.
Docente, Mediador Educativo, especialista en Pedagogía de la Paz y Pedagogía Sistémica.
entrenamiento.mediacion@gmail.com

lunes, 15 de diciembre de 2014

La Marca Personal o "el Personal Branding"

Eso, que aunque no te lo veas, los demás ven de ti, ya sean tus talentos o tus defectos (la familia prefiere mirar los defectos y no reconocer tus avances “porque te puedes echar a perder”), podrían convertirse en una marca personal. Todos nacemos en el lugar adecuado, en el momento adecuado, y todo es tan perfecto que hasta la familia y los padres que te tocan, son los adecuados.
A partir de allí se va construyendo tu personalidad. Gracias a donde viviste, a los maestros que te tocaron, lo que aprendiste de cada una de tus experiencias, eso va construyendo tu personalidad y todo deja una marca, que luego de adultos son nuestros talentos, creencias y valores que respaldan lo que somos.
De allí viene quien eres, y quien eres, marca la diferencia.
En el nuevo mundo del emprendimiento, la empresa tradicional o emblemática, va quedando para las grandes corporaciones. La empresa tradicional, ha ido poco a poco mermando su influencia, por no poder responder a la necesidad de empleo, y el "emprendimiento" surge además de la necesidad de cubrir los costos operativos de una familia, surge de la necesidad de innovar en procesos, artículos, servicios, etc. para diferenciarse. El vendedor tradicional que representa a una empresa, ahora se distingue por crear su propia idea de negocio.
La marca personal, ha tomado relevancia en los últimos tiempos, como dice Tom Peters, pasó del “Mundo del Empleado, a El Mundo de la Marca Ud.”, y parafraseándolo, ya que ese vendedor tradicional, va a tener que “ir tirando por la borda” varias cosas, por ejemplo, los años de servicio y jubilación, pues no estarían al nivel de la inflación en estos momentos. Los que sobrevivan tendrán que ser “Un producto” y mostrarán una patente o distinción en Algo.
En este contexto, es de utilidad, revisar a Sir Ken Robbinson, quien propone en dos de sus libros “El Elemento” y “Busca tu elemento”, (en youtube hay muchos videos de él relacionados al tema), propone que encuentres “eso”, un “Llamado” diría Joseph Campbell, para lo que estás hecho y que además crea ese espacio donde la innovación es el personaje principal.
¿Porqué tendrían que escogerte a ti y a tu producto? o a ti como producto?
¿Qué es eso que no se ve, y que va delante de ti y que te promueve a ti como producto?
“Crear una marca, es una gran cosa. Es un desafío personal. Un desafío en el que hay mucho en juego”, la familia, los bienes, los ahorros, la salud, son parte de las cosas que estan en juego.
Ahora bien, ¿qué modelo seguir?
La PNL propone la creación de modelos, algo que ya dentro de ti funcione como una secuencia (heredada y efectiva), que pueda ser usada en tu favor, con perseverancia, disciplina y creatividad, que pueda convertirse en eso que tienes y que ofreces, que los demás quieren adquirir.
La marca personal, o el “Personal Branding” (en inglés da “cachet”*), es una de las mejores opciones, si quieres diferenciarte del mercado global.

Como ejercicio, te propongo hagas una lista de tus cualidades, virtudes y destrezas, y otra lista de tus defectos, y luego coloca al lado de cada palabra, lo que obtienes con esa cualidad y con ese defecto, y observa los que puedes destacar como parte de TU como Marca. Te dejo este link, de mi curiosidad por la web, en el que sencillito, explican lo que es una marca, y luego te explica lo que lograrás con algunas redes:

http://es.slideshare.net/juanmerodio/social-personal-branding

Hasta el próximo post.
Zhair Marrero Serrano
promoviendo.vida@gmail.com

sábado, 29 de noviembre de 2014

En el vientre de la ballena

Prende, Aprende y Emprende (5)
El el vientre de la ballena. La metamorfósis. La separación del Yo y el mundo conocido. 


Ya en esta etapa el emprendedor ya tiene su producto mínimo viable, y lo ha puesto a prueba entre conocidos, y algunos clientes, ha salido de la víctima  a ser protagonista, se hace responsable, y cuando la ballena le dice que entre, que lo ayudará a cruzar el mundo conocido para entrar a una metamorfósis, asume el compromiso consigo mismo, con su vida, y la de su familia, a veces esto implica compromisos de capital, casas, hipotecas, para llevar su producto a otro nivel.
Así, la ballena lo engullirá para que mude la piel.

En esta etapa de transformación interior, el emprendedor busca su aprendizaje bajo la superficie, transforma su mente de manera inconsciente, comienza a comprender de forma intuitiva lo más importante y esencial del emprendimiento: el cómo funcionan los clientes!.


Aprende a diseñar los contextos e imaginar internamente, reinterpretando lo que significa éxito o fracaso.

Lo más importante, es que pruebe y pula su modelo de negocio mínimo viable, antes de comprometer los capitales.  Asi lo importante en el vientre de la ballena es "salir a la calle" e investigar si hay suficientes personas preocupadas por el problema que resuelves, e ir compilando los datos necesarios que soporten la inversión.

Y si lo que propones es una nueva solución a sus problemas ¿qué tan dispuestos se encuentran para cambiar del modelo interno del mundo que conocen y viven, al que tu les muestras?. Es importante evaluar estas variables, pues las personas funcionan desde sus competencias e incompetencias inconscientes, y ese es un lugar seguro para estar y vivir, allí no pasa nada y todo está bien controlado, tu oferta puede "moverles el piso", y psicológicamente, no están dispuestos a movilizar ese cambio.

Aqui vamos a comenzar a usar la palabra "Innovación", cuyo significado conocido, es "proponer una mejora a un producto", es un acto creativo, es crear una nueva solución, y es importante que miremos la diferencia, sin embargo, la innovación en su detalle, va más allá que la simple mejora.

Innovación: es un cambio que supone una mejora, tanto en productos, procedimientos, personas, promoción, y sistemas. Su propósito y significado en los emprendimientos, es crear bienestar al cliente, mejorar  en tiempos, llegarle al público específico, etc.

Innovación en producto, puede ser una renovación del producto, cambio de alguna cualidad, agregarle alguna nueva funcionalidad, reformar o reformular algún componente, que al mismo tiempo es novedoso, ahorra tiempo, dinero y esfuerzos a las personas que lo consumen.

Innovación en procedimientos, implica personas, o máquinas de fabricación masiva o personalizada, cadena de producción, no es el producto final ni es la maquinaria, es el modo como hacemos llegar ese producto al cliente, que implica cambios en algún paso que promueva rapidez en el tiempo, o perfeccionamiento de una gestión para hacerla más eficiente, o de más bajo costo. Puede significar también pasar de una forma manual de trabajar a una forma tecnológica

Innovación en personas, implica entrenamientos, educación, mejoras de habilidades y prácticas conversacionales, de relacionamiento e interacción con otras personas o productos, actualizaciones en las últimas generaciones de información, sobre el producto y sobre el mercado, etc. direccionada siempre a los cambios del mercado, que se mueve a un ritmo vertiginoso. En el fondo, se espera una mejor comunicación, un intercambio saludable y que genere bienestar en las relaciones, ya sea entre el producto y el cliente, entre el emprendedor y el producto, o entre el emprendedor y el cliente.

Innovación en promoción, implica sumar y adaptarse a la nueva generación, al milenio, entrarle a la información virtual, redes sociales, marketing por internet, sin dejar de lado la fórmula anterior, del toque presencial, mejorar la forma de comunicación.
  Asi que la innovación involucra el proceso creativo en todos sus niveles, pero eso es un tema del próximo post. Hasta pronto!  

Zhair Marrero S.
hepacafes@gmail.com

(5)La Metamorfósis. Joseph Campbell. El Héroe de las mil caras.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Reflexiones en voz alta...

Los políticos sean del lado que sean, siempre van a querer ganar adeptos, para ello tienen estrategias hermosas que nos van tomando a partir de ideas que como "propagandas", toman nuestras realidades para convertirlas en propuestas... y caemos en sus retóricas insistentes. El porcentaje de cumplimiento es menor al 20 por ciento y aún así, le entregamos nuestra confianza, y nos van llevando poco a poco a su redil... si no, lean a Goebels y sus principios.... 

El tema es que un día despertamos del letargo y ya no creemos mucho... tenemos nuestras propias ideas, comenzamos a creer que pensamos por nosotros mismos... pero el tema es que son propuestas basadas en un pasado que no nos dejan olvidar, pero que tampoco se sacan lecciones aprendidas, además usando retóricas caucásicas... pagamos al final un precio enorme...

Me voy hoy con una reflexión profunda...

Ha sido un largo día para mi, les propongo un abrazo con amor, en primer lugar por nosotros mismos, y por todos los venezolanos, que hemos pasado por esta hermosa historia de Venezuela, que se va repitiendo en la medida que no aprendemos de las lecciones del pasado... Un abrazo desde el Alma... hasta mañana
Zhair Marrero S.



sábado, 8 de noviembre de 2014

Posiciones, Intereses y Necesidades, Pirámide PIN en la Mediación


Pirámide PIN: Posiciones, Intereses y Necesidades.


De la Teoría general del Conflicto.

De los elementos del conflicto

El Conflicto escala en la medida que vamos subiendo la pirámide:
Las posición, es lo visible, lo que mostramos, decimos y afirmamos, es lo que se manifiesta abiertamente, como queja, reclamo, pelea, y pone énfasis en la razón propia. Es el Qué. Es lo que piensa cada una de las partes de la otra y de la situación.

Las percepciones de cada una de las partes están condicionadas por las experiencias pasadas, creencias, por toda su historia personal y entorno. 

Es difícil cambiarlas, de allí la atención que se les debe prestar para ser flexibles en las relaciones y para ayudar a las partes que no sean concientes de ello, facilitándoles poder ver el hecho o la situación desde un punto de vista diferente. Es muy conveniente recordar que en un conflicto las percepciones de las partes estarán siempre distorsionadas.

Es lo que cada parte en conflicto dice, enuncia, pide, exige o afirma. Responde a la siguiente pregunta: ¿Qué quiero, pido o reclamo? Cuando frente a un conflicto nos mantenemos en posiciones en nuestro reclamo o pedido único, para resolver el conflicto sólo vemos una sola solución: “que se acceda a mi petición”. Esto no está mal ni bien, es un hecho y también es una traba para negociar soluciones que beneficien a todas las partes en conflicto. (1)


Los intereses, no se manifiestan explícitamente, hay que averiguarlos, es la ganancia que obtendremos del litigio o disputa, de alguna manera es el objetivo encubierto, responde a la pregunta el Para qué.

Es lo que realmente deseamos satisfacer (son las necesidades, miedos, preocupaciones que están debajo de nuestras posiciones, de lo que decimos). Responden a la siguiente pregunta: ¿para qué lo estoy pidiendo? ¿para qué lo quiero o necesito?. Estar consciente de las mismas, qué nos mueve, saber para qué deseamos lo que pedimos, qué buscamos satisfacer, nos permite visualizar salidas y modos distintos de satisfacer las necesidades que sustentan esos intereses. Los conflictos se resuelven cuando encontramos los múltiples intereses que nos mueven. Ellos nos muestran las numerosas soluciones posibles. Los intereses que son emergentes de las necesidades deben ser explorados e identificados, para que la búsqueda de SOLUCIONES al conflicto resulten mutuamente beneficiosas. En las posiciones no siempre aparecen los intereses, por eso es importante buscarlos a través de interrogaciones y análisis del contexto de la relación. (2)

Las necesidades, tienen que ver con la Pirámide de Necesidades de Maslow, lo básico que precisamos para resolver el tema:

Es lo que las partes deben tener para garantizar su integridad psico-física como seres humanos o su integridad como sistemas en el caso de organizaciones y que, ordenando de lo tangible a lo intangible. (3)
Imágen tomada de: http://www.psicologialaboral.net/articulos/wp-content/uploads/2014/02/Abraham-Maslow-motivaci%C3%B3n-pir%C3%A1mide.jpg

En Mediación, la prioridad esta en trabajar sobre las necesidades, lo que las partes necesitan para resolver su conflicto. Si trabajamos sobre las posiciones, o los intereses, el conflicto puede escalar, aun, siendo el conflicto algo cotidiano, revisar lo que cada quien necesita para ver si podemos llegar a un acuerdo de darle a cada uno su parte. Ese es el trabajo del mediador.

Hacia una Pedagogía para la Paz:
Copiando textualmente su prólogo, acepté ese compromiso por allá por el año 1997:

"Tomar una Pedagogía de la Paz y hacerla encarnar en el aula, en la escuela y en las comunidades educativas es hoy, como diría E. Kant, un imperativo categórico. 

En efecto, los docentes, que tenemos la tarea de educar = educere = sacar de adentro de cada ser humano lo mejor que hay en él, sabemos que la civilización bélica se ha desarrollado a un punto en el que tiene que parar. 

Es tremendo el poder del docente y de la escuela para producir cambios e introducir en la organización de la sociedad elementos aptos para generar espacios pacíficos. 

Los grandes procesos de cambio que se han vivido en la historia de las civilizaciones, si bien no han tenido como vientre a los ámbitos educativos, éstos han asumido el rol de nodriza, sin el cual no hubiesen podido subsistir. 

Cuando revisamos las instituciones con las que cuenta la sociedad, vemos que la escuela es uno de los pocos -por no decir el único- espacio que nos queda donde trazar los caminos del consenso, donde aprender los roles de prevención, resolución y contención del conflicto que emerge naturalmente dentro de la relación humana y que, hasta hoy, no habíamos aprendido a manejar. 

Construir una civilización del consenso es, a decir verdad, un gran desafío. Un desafío para esta humanidad que, siendo producto de una civilización bélica, tiene el mandato social de construir una civilización de paz. 

Uno de nosotros puede hacer la diferencia... 

Para dar un salto cuántico es necesario llegar a generar la “masa crítica”, ese número x que puede transformar lo cuantitativo en cualitativo. 

 Cuando un número de individuos de una especie aprende algo, los que nacen a partir de ese momento traen la habilidad incorporada. Trabajemos para aprender una pedagogía de la paz y los que vengan después de nosotros la traerán incorporada y tendremos una civilización de paz. 

Cuando cada uno de nosotros toma la decisión de trabajar como pionero para bien de las generaciones futuras, trasciende su propia peque- ñez y se vuelve un ciudadano del mundo. 

Trabajemos como los ingenieros forestales que siembran los árboles que no llegarán a ver pero que darán sus sombras y frutos a sus nietos. 

Recuperemos nuestra grandeza, nuestro poder de introducir los cambios, esos que serán palpables y visibles para nosotros y también aquellos que estamos construyendo y que no llegaremos a ver. 

Somos los arquitectos del mañana, tomemos con gozo esa oportunidad y construyamos un mundo de grandeza como los padres de las patrias, como los que en el mundo sentaron las bases de las grandes civilizaciones que nos han traído hasta acá. 

Hoy, construir la paz es posible... 

Las ciencias de la conducta, las neurociencias, las ciencias sociales, han dado saltos cuánticos y han puesto a nuestra disposición toda la información y las metodologías necesarias para cambiar. Cambiar nuestras relaciones con nosotros mismos, con los demás, con el ambiente. 

Estamos sometidos a un cambio tan acelerado que no tenemos registro histórico de una época igual en el planeta. El 90% de los científicos investigadores e inventores con los que hemos contado en toda nuestra historia, ¡están vivos! 

Cada uno de nosotros, en especial las personas de mas de 40 años, hemos pasado por cambios tecnológicos que han cambiado todo, hasta la intimidad de nuestros hogares. 

Por otro lado, desde 1945 en adelante hemos aprendido a usar el poder destructivo de la energía nuclear con tal intensidad que hoy en la Tierra hay capacidad destructiva suficiente para volar en mil pedazos nuestro mundo más de 50 veces. Entrar en una guerra mundial hoy no sería para resolver ningún conflicto, sería simple y llanamente para la inmolación total de la raza humana y de su hábitat: la Tierra. 

Este hecho que señalamos ha vuelto a la guerra totalmente inútil para resolver los conflictos que, mal o bien, resolvió en los últimos 10.000 años de nuestra historia. Hoy la guerra es un camino para nuestra desaparición. Asumamos el hecho “el hombre es una especie en peligro de extinción”. Asumamos también que somos los docentes los que podemos tomar la tarea de enseñar al hombre a sobrevivir. Somos los “ecologistas” del género humano. 

La guerra como instrumento violento de la política ha muerto, es hora de que nos atrevamos a certificar su defunción, afrontando el hecho de que la mantienen viva los intereses económicos que las armas mueven en el mundo, que aprovechan la triste irracionalidad de los fundamentalismos. 

Aceptemos el llamado de los pensadores que nos están indicando los modos de generar una Civilización de Paz. 

Tomemos los caminos para “Alcanzar la paz” que nos marca el antropólogo y mediador William Ury, investigador de la Escuela de Derecho de Harvard, quien nos indica todos los roles desde los cuales los ciudadanos comunes podemos alcanzar la paz, no sólo para nuestras relaciones sino para la entera sociedad. 

Muchos, tantos que no pueden ser nombrados en este texto, están dedicados a enseñar a: 
1. Crear espacios pacíficos 
2. Entrenar a economistas, docentes, políticos, trabajadores sociales, integrantes de todos los ámbitos del quehacer humano en los valores, conocimientos, actitudes y estrategias necesarias para construir una cultura de paz 

Es importante escuchar el llamado de la Humanidad como un todo y que cada uno de nosotros, sin dudas ni temores, se ponga a ejecutar su parte. Sería penoso descubrir que nos quedamos bailando “Fascinación” en la cubierta del Titanic. 
Elda, Jorgelina y Marta

Notas (1, 2 y 3) tomadas del libro Pedagogía de la Paz, de Marta Paillet, Jorgelina Amstutz, y Elda Mazzarantani


Hasta el próximo post:
Zhair Marrero S.
Docente, Mediadora Educativa, especialista en Pedagogía de la Paz y Pedagogía Sistémica.
entrenamiento.mediacion@gmail.com

jueves, 30 de octubre de 2014

El primer Umbral del Emprendedor

Prende, Aprende y Emprende (4)
El primer Umbral del Emprendedor

El primer umbral del viaje del Emprendedor, es poner a prueba su modelo de negocio, una aventura en terrenos a veces desconocidos, donde se aprenderán los límites y las reglas en la medida que se expone a la entrega.

Como dice Esteban Reyes Marcano, el inicio es toda una aventura, poner en práctica el plan de negocios:


  • Iniciamos un nuevo negocio con mucho entusiasmo
  • Comenzamos con un pequeño grupo de clientes. 
  • Los atendemos esmeradamente y nos va muy bien
  • Comienzan a crecer la demanda y nuevas oportunidades de negocio.
  • Aceptamos todo lo que se nos pide, confiando en que de alguna manera vamos a cumplir.
  • Comenzamos a fallar en los compromisos. 
  • Los clientes empiezan a quejarse!!
  • Tenemos un negocio que comienza a crecer en demandas.
  • Contratamos nuevos colaboradores sin muchos criterios de selección.
  • Les enseñamos muy informalmente sobre el trabajo.
  • Trabajan bien al principio bajo nuestra supervisión.
  • Les damos el primer cliente para que los atiendan solos.
  • Resulta ser un desastre. El cliente se queja de la calidad del trabajo.

Estas primeras fallas, estos primeros encuentros con los problemas, muchas veces hacen que los emprendedores sientan que fracasan, y no insisten en remediar los asuntos que podrían pulir su idea de negocio.

El desánimo y el desaliento hacen su aparición, y son dos estados emocionales que debe trabajar la persona que emprende antes de que aparezcan.

Albert Bandura, en su curva del aprendizaje icario, habla de 4 estados de competencias personales y dos momentos de inflexión que generan los anteriores estados emocionales:

Veamos las competencias:

II.- Incompetencia Inconsciente, es aquella que la persona no sabe ni siquiera que no sabe, no le preocupa tampoco, puesto que no sabe que no sabe.

IC.- Incompetencia consciente, es cuando la persona se "da cuenta" que no sabe

CC.- Competencia Consciente, cuando se preocupa por saber, se entrena y se hace competente

CI.- Competencia Inconsciente cuando sabe y ya no se da cuenta de como es que sabe.

Este aprendizaje, basado en competencias, lo aprendí por primera vez estudiando Educación mención Dificultad del Aprendizaje, en donde generamos estrategias para que el niño aprenda de diferentes maneras según sus sistemas de percepción y luego lo reafirmé en el entrenamiento de Programación Neurolingüística en el Instituto Venezolano de PNL, cuyo director Lenín Wilhelm, diseñó el entrenamiento basándose en esa secuencia, elaborando ejercicios específicos para los dos momentos en los que se presentan las dificultades: desánimo y desaliento.


Es en la Incompetencia consciente, aquella en la que ahora se que no se, que el desánimo aparece, y se rechaza el aprendizaje, puede ser introyectivo si se piensa que no puede, que no está hecho para eso, y extroyetivo si expresa que es el medio ambiente o su familia el o los responsables de sus errores.

Y es cuando logramos una competencia consciente, en la que podemos decidir seguir esforzándonos un poco más para llegar al éxito o abandonar cuando el desaliento aparece, y se toma la experiencia como fracaso. Esto se debe no a que no sepamos, sino que se nos exige que demos un poco más, que caminemos un poco más para lograr el objetivo.

El anemómetro a usar, antes de desistir, serían :
1.- Indicadores de estado,
2.- situaciones
3.- procesos
cuya observancia generarían acciones tales como ocuparme de conocer las reglas del juego, exigirme un poco más, o esforzarnos y entrenarnos para saber más acerca de éstas tres variables y continuar con el siguiente paso.

Y el siguiente paso es aprender, y la palabra "aprendizaje", indudablemente denota un cambio de alguna clase…

La forma más simple y familiar del cambio es el movimiento…
Cambio, denota proceso, pero los procesos mismos están sujetos a cambio. El proceso puede ser acelerado, o retardado o puede sufrir otros cambios, entonces será un proceso diferente…” Gregory Bateson, desarrolla una categorización de los diferentes niveles del aprendizaje, basado en la teoría matemática de los tipos lógicos de Bertran Russell, aplicando dicha teoría a la conducta y a la biología, detectando que cuando lo aplicaba en la conducta humana, cada nivel de aprendizaje operaba sobre el siguiente, obteniendo cambios correctivos, remediativos o permanentes:

Aprendizaje Cero: se caracteriza por ser específico en la respuesta, que correcta o incorrecta, no esta sujeta a corrección: un individuo tiene un comportamiento en un entorno específico. (Reflejo mecánico)

Aprendizaje I: cambio en la especificidad de la respuesta, mediante la corrección de errores dentro de un conjunto de alternativas. (Hábitos, condicionamientos comportamentales, aprendizaje psicomotor)

Aprendizaje II: cambio en el proceso del aprendizaje, un cambio correctivo en un conjunto de alternativas a partir de las cuales se escoge una opción, o un cambio en la manera de seguir la secuencia. (Percepción, adquisición de habilidades latentes, modelado)

Aprendizaje III: Cambio en el proceso del aprendizaje II, cambio correctivo en el conjunto de alternativas a partir de las cuales se escoge una opción. (Conocimiento interior, impronta, establecimiento de  un cambio en el conjunto de sistemas de comportamientos alternativos).



Todo esto para sugerir, que éste es un momento en el que el Emprendedor puede buscar ayuda en un Coach, Terapeuta o Entrenador, especialista en ésta área, que le ayude a canalizar su regreso a su emprendimiento, a mejorar el producto, procesos, encontrar alternativas, mejorar su conocimiento del cliente, cambio de hábitos y rutinas, etc.

Hasta la próxima montaña!

Nos vemos en la próxima competencia!
Zhair Marrero S.
hepacafes@gmail.com


(4) EL Primer Umbral. Joseph Campbell. El Héroe de las mil caras.

Luego de 23 años... sigo activa con La PNL...

Y nunca se me olvida, porque surgió ese diciembre de 1999 fatídico en Caracas, Venezuela, con el deslave de la Guaira... allì conocì en la r...