miércoles, 23 de noviembre de 2016

La Fuerza del Optimismo

Hoy le dedico al Optimismo (lo óptimo de uno mismo) un espacio de reflexión personal y propio, y me hago cargo de lo que aquí escribo en primer lugar para mi misma, sobre todo en esa búsqueda incesante de sentirme bien conmigo a pesar de los juicios y opiniones de los demás acerca de cómo debería ser, o cómo debería comportarme.

La forma en que nos explicamos las cosas a nosotros mismos, define el cómo nos vamos a sentir respecto a ellas, lo que ocasionará un impulso a la emoción reinante mientras me lo explico.

Esta emoción me puede llevar al desamparo o a la fuerza del optimismo, dependiendo de la energía que emane de las propias habilidades para transformar su energía o no.

Es posible desarrollar habilidades que nos permiten liberarnos del pesimismo, especialmente cuando estamos bombardeados por el alto costo de la vida, la inflación galopante, medidas económicas que no apoyan nuestro presupuesto, etc., sin contar con aquellas que se emanan desde la misma convivencia en casa, etc. o del propio país y su campo mórfico.

El primer paso como dice Seligman, es "descubrir cuál es la palabra que existe en nuestro corazón", para poder tomar el control emocional e iniciar con conciencia, la toma de decisiones a favor de sentirnos mejor cada día.

Desde pequeños, convivimos con la impotencia, no solo porque nuestros cuerpos se desarrollaban a un ritmo más lento que nuestra mente, y nos movíamos de forma un poco torpe, hasta lograr satisfacer nuestras propias necesidades y las de nuestros padres o cuidadores sobre lo que ellos esperaban de nosotros, lo que nos lleva cambiar conductas en favor de los otros, sensaciones que eran inaceptables en nuestro entorno.

El "sentimiento de impotencia", es algo que vale la pena observar y trabajar hasta llevarlo hacia el otro estado, un poco más imune a las críticas y los juicios de los demás, un poco más inmune a los acontecimientos que nos arropan, o aprender más allá de resistir, persistir y perseverar, el cómo decidir sentirme ante los acontecimientos, cosas, personas, enfermedades, vida económica, etc.

Ser optimista implica explicarme a mi mismo los acontecimientos de forma más amable, enfocada en las soluciones, los aprendizajes y las emociones que quiero sentir, y luego diseñar estrategias propias para apoyar el enfoque.

El pesimista se enfoca en la "circunstancia" y el optimista se enfoca en "la permanencia".

La Circunstancia: es una causa transitoria
La permanencia: son basadas en las habilidades y características favorables

La permanencia se refiere al tiempo, al alcance, propio y universal

Los optimistas, entendemos que los hechos que nos ocurren sirven siempre para fortalecer todo lo que hago, pienso y siento.

Ser optimista, es estar con los pies en la tierra, mirando lo que sucede y lo que nos sucede con una mirada más amable, que incluye el pensar el objetivo del aprendizaje y las acciones a tomar para mejorar cada día, las relaciones, y la propia vida.

Les recomiendo el libro de Martin Seligman: aprenda optimismo, que los ayudará a repensar y repensarse de forma diferente los acontecimientos que les pasan y crear nuevos y diferentes modos de afrontarlos.

Hasta el Próximo Post

Zhair Marrero S.
Psicóloga, Docente, Especialidad en Pedagogía de la Paz y Pedagogía Sistémica.
correo: promoviendo.vida@gmail.com


jueves, 10 de noviembre de 2016

Un cambio de Mentalidad por Roberto E. Padilla. Diario La Nación

Un cambio de mentalidad.
Dos hermanas pequeñas discuten por una naranja. Ambas la quieren: “Es para mí”, clama la menor; “no, es mía”, grita la otra. “Mamá, mamá, vení!. La madre, cansada del barullo, se dirige a poner punto final a la disputa. Luego de separar a sus dos hijas, divide cuidadosamente la naranja en dos partes exactamente iguales y las entrega. Satisfecha, la madre regresa a sus tareas pensando haber solucionado con justicia el conflicto. Esta situación muestra la generalizada idea de lo que significa una solución justa: un tercero neutral que reparta equitativamente aquello que está en disputa.
A primera vista, la solución parece acertada. Pero la historia no termina aquí. La menor de las hermanas pela su mitad de fruta, tira la cáscara y come la pulpa; la otra, al contrario, tira la pulpa y guarda la cáscara para sazonar su torta. Vemos que la solución, aunque equitativa, no fue un buen remedio. Si la madre, en cambio, hubiera indagado los reales intereses, en vez de limitarse exclusivamente a cuestiones de procedimiento (cortar la fruta en exactas mitades) o de posiciones (las dos hermanas querían la única naranja porque tenían el mismo derecho a ella). Sin lugar a dudas habría llegado a una solución satisfactoria para ambas: pelar ella la naranja y entregar toda la pulpa a una y toda la cáscara a la otra, por ejemplo. Es más, si las partes hubieran sabido negociar cooperativamente entre ellas, evitando el reparto del tercero, habrían llegado a un resultado más satisfactorio para ambas.


 Soluciones creativas.
Este ejemplo ilustra con claridad las ventajas de diseñar y aplicar soluciones creativas, mutuamente satisfactorias, en contraposición a las decisiones de terceros impuestas a veces sin contemplar los reales motivos de las partes.
Las soluciones tradicionales muchas veces son imperfectas y presuponen un ganador y un perdedor.
Resulta necesario, entonces contar con nuevas opciones, nuevas Alternativas de Resolución de Disputas (ARD), que permitan a todas las partes ganar. La idea generalizada de que si el otro gana, yo pierdo, la negociación adversarial, debe girar hacia nuevos mecanismos diseñados para que las partes cooperativamente lleguen a la solución.
Como primer paso, las gentes deberán aprender a resolver sus diferencias entre sí y a negociar sus acuerdos directamente, a inventar soluciones mutuamente satisfactorias. Eventualmente deberán recurrir a la asistencia de terceros capacitados, - los mediadores - y adicionalmente al arbitraje.
Paulatinamente, la opción de la demanda judicial, lenta, costosa e insatisfactoria, se deberá ir dejando de lado. El juicio quedará como último recurso - no primero - para dirimir diferencias.
Una nueva cultura.
Adicionalmente, la implementación de nuevas Alternativas de Resolución de disputas (ARD) - negociación, mediación, arbitraje y otras - al apartarse del modo tradicional de solucionar conflictos, al evitar la condena personal y judicial y al potenciar la capacidad y decisión de las partes, permitirá aliviar la crítica sobrecarga que hoy sufren los despachos judiciales. Esta realidad impone un cambio de mentalidad, la transformación de la cultura adversarial tradicional en una nueva cultura negociadora y conciliadora. En ella, el abogado tendrá un papel preponderante: su rol moderno será ofrecer nuevos servicios, otros caminos más eficientes para resolver los problemas de sus clientes.
Los empresarios, funcionarios y la gente en general, por su parte, reclamarán de los hombres de derecho nuevas alternativas. Las universidades deberán tomar la posta de formar nuevas generaciones de profesionales capacitados para reducir el costo de resolver conflictos, entendiendo que la sobrecarga de los tribunales y el apego a los formalismos en nada contribuyen a solucionar los problemas de la sociedad.
El vapuleado Poder Judicial podrá cumplir satisfactoriamente con su función de repartir justicia si a los tribunales llegan solamente aquéllos asuntos que no pudieron ser resueltos por otras vías. La tradicional cultura adversarial deberá dar paso al nuevo movimiento conciliador, ya adoptado en países avanzados. Abogados, empresarios y la comunidad toda seremos responsables de este cambio de mentalidad que la realidad y la modernidad reclaman.
Por Roberto E. Padilla (Para La Nación).

Tomado del Diplomado en Pedagogía de la Paz Y Resolución de conflictos, autoras Marta Paillet, Jorgenila Amstutz y Elda Mazzarantani.

Hasta el Próximo post
Zhair Marrero S.
Psicóloga, Docente, especialista en Dificultad para el Aprendizaje, Mediador Educativo, Pedagogía de la Paz y Pedagogía Sistémica. email: entrenamiento.mediación@gmail.com


Luego de 23 años... sigo activa con La PNL...

Y nunca se me olvida, porque surgió ese diciembre de 1999 fatídico en Caracas, Venezuela, con el deslave de la Guaira... allì conocì en la r...