Un cambio de mentalidad.
Dos hermanas pequeñas discuten por una naranja. Ambas la quieren: “Es para mí”, clama la menor; “no, es mía”, grita la otra. “Mamá, mamá, vení!. La madre, cansada del barullo, se dirige a poner punto final a la disputa. Luego de separar a sus dos hijas, divide cuidadosamente la naranja en dos partes exactamente iguales y las entrega. Satisfecha, la madre regresa a sus tareas pensando haber solucionado con justicia el conflicto. Esta situación muestra la generalizada idea de lo que significa una solución justa: un tercero neutral que reparta equitativamente aquello que está en disputa.

Soluciones creativas.
Este ejemplo ilustra con claridad las ventajas de diseñar y aplicar soluciones creativas, mutuamente satisfactorias, en contraposición a las decisiones de terceros impuestas a veces sin contemplar los reales motivos de las partes.
Las soluciones tradicionales muchas veces son imperfectas y presuponen un ganador y un perdedor.

Como primer paso, las gentes deberán aprender a resolver sus diferencias entre sí y a negociar sus acuerdos directamente, a inventar soluciones mutuamente satisfactorias. Eventualmente deberán recurrir a la asistencia de terceros capacitados, - los mediadores - y adicionalmente al arbitraje.
Paulatinamente, la opción de la demanda judicial, lenta, costosa e insatisfactoria, se deberá ir dejando de lado. El juicio quedará como último recurso - no primero - para dirimir diferencias.
Una nueva cultura.
Adicionalmente, la implementación de nuevas Alternativas de Resolución de disputas (ARD) - negociación, mediación, arbitraje y otras - al apartarse del modo tradicional de solucionar conflictos, al evitar la condena personal y judicial y al potenciar la capacidad y decisión de las partes, permitirá aliviar la crítica sobrecarga que hoy sufren los despachos judiciales. Esta realidad impone un cambio de mentalidad, la transformación de la cultura adversarial tradicional en una nueva cultura negociadora y conciliadora. En ella, el abogado tendrá un papel preponderante: su rol moderno será ofrecer nuevos servicios, otros caminos más eficientes para resolver los problemas de sus clientes.
Los empresarios, funcionarios y la gente en general, por su parte, reclamarán de los hombres de derecho nuevas alternativas. Las universidades deberán tomar la posta de formar nuevas generaciones de profesionales capacitados para reducir el costo de resolver conflictos, entendiendo que la sobrecarga de los tribunales y el apego a los formalismos en nada contribuyen a solucionar los problemas de la sociedad.
El vapuleado Poder Judicial podrá cumplir satisfactoriamente con su función de repartir justicia si a los tribunales llegan solamente aquéllos asuntos que no pudieron ser resueltos por otras vías. La tradicional cultura adversarial deberá dar paso al nuevo movimiento conciliador, ya adoptado en países avanzados. Abogados, empresarios y la comunidad toda seremos responsables de este cambio de mentalidad que la realidad y la modernidad reclaman.
Por Roberto E. Padilla (Para La Nación).
Tomado del Diplomado en Pedagogía de la Paz Y Resolución de conflictos, autoras Marta Paillet, Jorgenila Amstutz y Elda Mazzarantani.
Hasta el Próximo post
Zhair Marrero S.
Psicóloga, Docente, especialista en Dificultad para el Aprendizaje, Mediador Educativo, Pedagogía de la Paz y Pedagogía Sistémica. email: entrenamiento.mediación@gmail.com
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