Hoy le dedico al Optimismo (lo óptimo de uno mismo) un espacio de reflexión personal y propio, y me hago cargo de lo que aquí escribo en primer lugar para mi misma, sobre todo en esa búsqueda incesante de sentirme bien conmigo a pesar de los juicios y opiniones de los demás acerca de cómo debería ser, o cómo debería comportarme.
La forma en que nos explicamos las cosas a nosotros mismos, define el cómo nos vamos a sentir respecto a ellas, lo que ocasionará un impulso a la emoción reinante mientras me lo explico.
Esta emoción me puede llevar al desamparo o a la fuerza del optimismo, dependiendo de la energía que emane de las propias habilidades para transformar su energía o no.
Es posible desarrollar habilidades que nos permiten liberarnos del pesimismo, especialmente cuando estamos bombardeados por el alto costo de la vida, la inflación galopante, medidas económicas que no apoyan nuestro presupuesto, etc., sin contar con aquellas que se emanan desde la misma convivencia en casa, etc. o del propio país y su campo mórfico.
El primer paso como dice Seligman, es "descubrir cuál es la palabra que existe en nuestro corazón", para poder tomar el control emocional e iniciar con conciencia, la toma de decisiones a favor de sentirnos mejor cada día.
Desde pequeños, convivimos con la impotencia, no solo porque nuestros cuerpos se desarrollaban a un ritmo más lento que nuestra mente, y nos movíamos de forma un poco torpe, hasta lograr satisfacer nuestras propias necesidades y las de nuestros padres o cuidadores sobre lo que ellos esperaban de nosotros, lo que nos lleva cambiar conductas en favor de los otros, sensaciones que eran inaceptables en nuestro entorno.
El "sentimiento de impotencia", es algo que vale la pena observar y trabajar hasta llevarlo hacia el otro estado, un poco más imune a las críticas y los juicios de los demás, un poco más inmune a los acontecimientos que nos arropan, o aprender más allá de resistir, persistir y perseverar, el cómo decidir sentirme ante los acontecimientos, cosas, personas, enfermedades, vida económica, etc.
Ser optimista implica explicarme a mi mismo los acontecimientos de forma más amable, enfocada en las soluciones, los aprendizajes y las emociones que quiero sentir, y luego diseñar estrategias propias para apoyar el enfoque.
El pesimista se enfoca en la "circunstancia" y el optimista se enfoca en "la permanencia".
La Circunstancia: es una causa transitoria
La permanencia: son basadas en las habilidades y características favorables
La permanencia se refiere al tiempo, al alcance, propio y universal
Los optimistas, entendemos que los hechos que nos ocurren sirven siempre para fortalecer todo lo que hago, pienso y siento.
Ser optimista, es estar con los pies en la tierra, mirando lo que sucede y lo que nos sucede con una mirada más amable, que incluye el pensar el objetivo del aprendizaje y las acciones a tomar para mejorar cada día, las relaciones, y la propia vida.
Les recomiendo el libro de Martin Seligman: aprenda optimismo, que los ayudará a repensar y repensarse de forma diferente los acontecimientos que les pasan y crear nuevos y diferentes modos de afrontarlos.
Hasta el Próximo Post
Zhair Marrero S.
Psicóloga, Docente, Especialidad en Pedagogía de la Paz y Pedagogía Sistémica.
correo: promoviendo.vida@gmail.com
Aqui escribo mis vivencias y mis reflexiones... también algunos post que me gustan de otros blogs, respetando su autoría.
miércoles, 23 de noviembre de 2016
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