jueves, 1 de abril de 2010

Una etapa en Blanco y Negro


Una etapa dual, sin grises ni matices de por medio, a veces estamos en una etapa asi, y su implicación nos obliga a mirar la dualidad en nuestra propia vida.

Queremos y no queremos simultáneamente, en total ambigüedad, y el conflicto emerge porque no podemos decidir sin sentir culpa o inocencia, buena o mala conciencia, el juicio nos toma desprevenidos y más como mujeres, una naturaleza dual de por si, nos atormenta entre la intuición de ser buenas o malas, hasta encontrar aquello que nos integra: el amor propio, y allí lo bueno y lo malo desaparece para solo SER.

El Maestro Tibetano habla de llevar el instinto al Intelecto, como primera fase, para entender a la mujer salvaje que dentro de nosotros duerme, y luego del Intelecto a la Intuición (*1), que es convertirla en la Sacerdotiza de la Luna...

Nada fácil, porque admitir que dentro de nosotros vive la sacerdotiza y no la bruja, la mujer salvaje convertida en la mujer actual, la prostituta sagrada desconectada de su esencia, de su realidad, de su feminidad, lo que nos hizo fuertes, para trabajar, para conseguir metas, para cargar pesos, mantener, sostener, tomando la esencia del hombre para salir adelante "y que" para apoyarlo... pero no para ser las constructoras de los planos invisibles de la conciencia y encontrar nuestra Alma de mujer.

Nos perdimos, y por eso el blanco y el negro, dejamos de tener color, de ser la contenedora de la esencia que sostiene la creación... de los mundos sutiles, de la profundidad...

Encontrarnos implica un esfuerzo de nuestra parte, confrontar el mundo superior de la raza, y el oscuro de la psique, para conquistar al Alma que mueve y que sabe, la fiel, la leal, con la sensibilidad de la doble naturaleza, desde el instinto a la intuición, a través del intelecto que es el conductor mediador, para entender... nuestra naturaleza salvaje.

Controlar el instinto, "el de lamer el hueso que se le presenta, siendo su esclavo, o ante cada empanada que se encuentra en un tronco(*2)", es nuestra tarea, un hueso al que nadie es inmune, pero la verdadera tarea es recordar la forma de regresar a nuestra conciencia, una y otra vez. asi dejaremos de ser niñas carentes de amor, para llenarnos con amor propio...

Ah!, pero al hombre actual no le interesa luchar con esa naturaleza dual, la Madre y la Mujer, que lo sostiene, porque las pondría en pugna, y a ambas las ama intensamente, solo las usa, pero no las entiende.

Solo cuando entienda su naturaleza, dejará de buscar hijas o madres, para encontrar a la mujer y aún con miedo dejarse cautivar por la doble naturaleza, la salvaje y la sacerdotiza, no para tener poder sobre ella, pero si para encontrar en su mirada el brillo de la luna...

Lo peor de todo es que lo sabemos, internamente lo sabemos, pero no lo admitimos, preferimos ser fuertes, y ocuparnos, aunque con frustraciones internas. Se necesita este renacer femenino para cumplir nuestra parte en esta vida, dejar salir esa naturaleza, la salvaje y la intuitiva, la que sabe...

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(*1) Del Intelecto a la Intuición. Alice Ann Bailey. Ed. Sirio
(*2)Mujeres que corren con los lobos. Clarissa PInkola Estés

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