Tanto en la buena conciencia como en la mala conciencia, pagamos un precio, el tema es que nadie quiere pagar precios... y prefieren "morirse" antes de sentirse juzgados o incómodos.
Un precio puede ser la soledad, el aislamiento voluntario, quizás para recogernos y tomar mejores decisiones, pero es muy fácil y sencillo quedarse allí, porque cuando descubres las bondades de estar solo, pueden surgir ideas maravillosas. Pero si no quiero pagar el precio que exige la soledad, que es el aislamiento, sin socialización, sin el acompañamiento necesario para crecer en la vida, saber que lo que sea que pase, estas solo y no cuentas con nadie porque defiendes creencias que no quieres negociar, creencias que en un momento te sostienen y mantienes con fidelidad, pero te dejan también solo.
También podría quedarme en una relación que desgasta a ambos solo por acompañamiento, en donde el hastío hace su presencia, y el fastidio lleva directamente a la ofensa, al maltrato, a la intolerancia, al cansancio... a la enfermedad, a la muerte..
Otro precio puede ser entrar en una relación al costo que eso implica, compartir pradigmas y diverger en otros, cuando precisamente había encontrado toda una estructura de valores y creencias, que podrían anular al otro. En este caso, el precio de no querer renunciar a algo en lo que creemos puede ser el conflicto en la pareja, mantener una postura también nos lleva a la ruptura...
El precio, se paga en ambos sentidos, e incluye una renuncia a algo importante en nuestras vidas, que de paso la cambiará para siempre.
El precio de amar sin condiciones, es el mas alto... porque exige una renuncia...
El precio de amar sin condiciones, es el mas alto... porque exige una renuncia...
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