jueves, 20 de agosto de 2009

La Ciudad Grande

Había una vez, una ciudad grande, en la que había muchas cosas, asi como en el Reino de Muchedad de una amiga mia, había muchos amigos, muchas escuelas, muchos liceos, muchos carros, muchas casas, muchas cosas, muchos edificios, mucha gente...

Contábase una adolescente victoriana, que se enamoró de un musiú...
El Musiú…

Es un término que se esta perdiendo poco a poco, con él nombrábamos a los extranjeros inmigrantes que llegaron de la post guerra, y que trabajaron arduamente para sobrevivir. Es una deformación de la palabra francesa monsieur, que significa “señor”, con dignidad y respeto.La palabra luego fue tomando forma de acuerdo a nuestros venezolanismos, y se usó para designar a una persona blanca, alta y de tez rosada, que igualmente designaba el carácter de extranjero aunque fuera venezolano que viniera de otras “tierras” como la capital, pues se compara con la tez más oscura e indígena de nuestro país, generalmente usada en los pueblos de donde vengo, de los esteros de Aragua y de los crepúsculos larenses.

Así, al venirnos la familia a la Gran Ciudad, y establecernos para tener un mejor ingreso y una “mejor vida” y posibilidades, siguiendo a nuestros padres por Catia, Propatria, Casalta, 23 de Enero, llegamos al Valle, donde finalmente encontramos un poco de paz para seguir sobreviviendo.

Allí, en La Gran Ciudad, me enamoré de ese Musiú… alto, blanco, de tez rosada… un extranjero para mis raíces…“Fue amor a primera vista”… así decíamos, así decidimos que íbamos a vivir juntos, pero mi familia tradicionalista, insistió hasta que nos casamos, “de velo y corona” para honrar la pureza con la que nos entregamos al matrimonio.

Dejé la familia para seguirlo a la suya, tal como reza la tradición y valores familiares de mis ancestros. Así, desde mi lealtad me “perdí” en el amor y la entrega a sus valores, a su familia, en una lealtad que buscaba aprobación para que me quisieran un poco… para llenar un vacío...

Pasaron 27 años, 27 años pasaron, hermosos, con sus altos y sus bajos, pero siempre juntos en familia. En nuestro cuerpo se encuentra la memoria de todo lo que vivimos, con los compromisos que tomamos y que nos separaron, nos ganó el hastío, el cansancio, el trabajo...

Hoy al igual que aquél 17 de junio digo SI, a lo que fue, como es, como será, digo GRACIAS, por lo compartido, por lo hermoso, por lo bello, por lo bueno y lo verdadero, también por lo que nos separa, porque de eso aprendí con dolor, POR FAVOR... en silencio... en quietud, algo muere, en duelo, y en camino hacia la vida nuevamente...

Hoy tengo llena mi Alma en la mirada de mis padres, de mi familia, de sus lealtades, de su apoyo, en mi corazón, la mejor familia, igual que la tuya, con la fuerza de lo que Es, de lo que tomo en mi.

Una historia de amor, que aunque llega a su fin, continuará trascendiendo en mi corazón como dice mi hermano, y vivirá por siempre en nuestros hijos… a él, al que fue, es y será el gran amor de mi vida, hoy mi escrito:

Agradecida a la vida por encontrarte en ella, y si volviera a nacer volvería a repetir de la misma forma, con lo bueno y con lo malo, con todo y con todos tal como es, como fué y como será... fuiste, eres y serás el gran amor de mi vida, gracias por ...los hijos, en los que trascendemos juntos... te deseo lo mejor, que disfrutes la vida que sigue su curso y nos separa ahora... con amor y gratitud...

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