No fue sencilla nuestra relación, me acostumbre a estar sin verlo desde pequeña, trabajaba mucho, se iba toda la semana y regresaba los viernes en la noche, tan cansado que me pedían que me quedara quietecita para que él descansara...
Luego el sábado por la mañana salía con mi mamá a hacer mercado, etc. y al final lo veía por ahí un rato en las tardes.
Recuerdo que mi abuela me vestía linda para que le mostrara a mi papá lo que había aprendido en la semana, creo que tenía 3 o 4 años, entonces esperaba sentada en los muebles para que al llegar le contara lo que me había pasado.
Recuerdo que ponía un disco de twist que me gustaba, y bailabamos...
Me acostumbre a escuchar sus tangos de Gardel, y a Pedro Infante, cosa que fue dejando de escuchar con el tiempo.
Volví a trabajar este tema hace dos años en Pedagogía Sistémica. En el cierre se hacen camisetas, y esa camiseta se la dediqué a él, mis compañeros y compañeras, me cantaron entonces la canción de mi viejo...
Nació en Santa Lucía, estado Miranda en 1925, un 18 de abril, hijo número 12 de Francisco Javier Marrero y Carmen Lamont.
Trabajó en la Inspectoría de Tránsito terrestre muchos años, desde Carora, hasta Caracas, luego se salió por no querer ser corrupto, y se convirtió en vendedor, llegó a tener un gran negocio en Maracay de venta, con promotoras, de artículos femeninos, de cobijas, ventiladores etc. que eran los premios por vender un cartoncito. De ahí se volvió a venir a Caracas a trabajar de jefe de seguridad de la Fundación del Niño con la Primera Dama de aquel entonces Presidente Luis Herrera Campins.
Cuando lo jubilaron, ya eramos todos profesionales y dijo que no trabajaba más, y asi fue... y asi es hasta hoy...
Se mudaron a Barquisimeto hace un año, y comenzó a olvidar incluso que se había mudado, ya se ha perdido 3 veces en lo que va del año, hace un esfuerzo y regresa... a la casa de Caracas que es la que recuerda...
No se cómo manejar esta tristeza... duele...
Gracias por la vida Papá...
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